Por el momento, quiero seguir siendo invisible, quiero observar el mundo y comprenderlo. Si consigo descifrarlo, quizás consiga poder llegar a conocerme a mi misma. Algunas veces, cuando creo estar escondida, siento que la mirada de un hombre me ha descubierto, en ese momento siento alivio y miedo, es como si esa mirada hubiese encendido un interruptor y toda la energía corre entre mis venas.
Aprendí a seguir caminando, a alejarme de esa mirada, y consigo en minutos volver a apagar ese interruptor. Y continúo invisible, soy el ave de la noche, que permanece oculta en la luz del día, y sigilosa se mueve entre los secretos mas ocultos de la noche, entre los deseos y los anhelos.
Cierro la puerta de mi habitación, después de pasear entre máscaras y miradas. Me deshago de todo mi plumaje y me vuelvo a desnudar para intentar arroparme con la colcha de mi cama, antes de que los rayos de luz que entran por mi ventana me obliguen a comprender a cuál de los dos mundos pertenezco.