Los rulos aparecieron por primera vez cuando Nessler inventó en 1905 la primera máquina para hacer permanentes: una serie de barras de metal en las que se enrollaba el pelo, que era posteriormente calentado por corrientes eléctricas.
La maquina casi incendia el cabello de su mujer, pero finalmente Nessler encontró un proceso lo bastante fiable como para que la vanidad se enfrentara a los peligros.
En 1911, ya había un número suficiente de mujeres deseando pagar el caro proceso del inventor, como para permitirle abrir un salón en Londres.
En los años 40 llegaron las técnicas de permanente modernas y menos agresivas, y fué cuando comenzaron a emplearse los rulos de plástico, que en la actualidad se utilizan en diversos tamaños para dar forma a todo tipo de peinados femeninos.
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