Existen palabras que es mejor no escuchar. No es necesario atender consejos ajenos que luego se conviertan en falsas disculpas.
El destino adoptó el papel de mal amigo en la vida de Edi Pief. Encarnó la figura de maltratador: Su abuela la crio en un prostíbulo, su padre la entrenaba como cantante callejera y el alcohol terminó por arrebatarle cualquier posibilidad de comenzar una vida.
Ebria y repleta de pasiones recorrió los teatros cantando maravillosas melodías de amor.
Supo no escuchar las feas palabras de su destino y decidió optar por convertirse en un ser libre.
Quien puede decir si fue su fortaleza de libertad o su pasión por el amor la que la convirtió en mito para la ciudad de Paris y para el mundo entero
Si respetamos su talento, nos mantendremos en silencio.
Si creemos en ella no pronunciaremos ninguna opinión, sea mala o sea buena.
Si realmente deseamos comprender algo de su locura, solo nos queda cerrar los ojos y sentir su forma desmesurada de amar.
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