Angustias, Socorro, Dolores o Soledad son solo algunos de los nombres de mujer que de pequeño me provocaban extrañeza. No podía alcanzar a comprender porque se podía poner un nombre de sufrimiento a una niña pequeña. Estaba convencido que debía existir una explicación social en la España de aquel momento.
Ahora, todos esos recuerdos se van transformando en una inquietud estética. Es realmente fascinante como pensamientos que sentí con la mirada de un niño se transforman, sin perder ese punto de inocencia, en lo que soy ahora. Si pienso en el cine español en blanco y negro, me vienen a la mente las imágenes de las cámaras antiguas, de familias conversando que describen la realidad del momento. Instantes congelados de extraña intensidad en los que ves que algo va a suceder y no existe manera de solucionarlo.
La reflexión a la que me gustaría llegar y como esto lo trasladamos a la parte estética es el recuerdo de esas películas, en las que en un pueblo español un simple suceso alteraba la normalidad forzada de sus habitantes, y cómo la aceptación impulsaba a todos los vecinos a silenciarlo hasta el punto de que desapareciese de la memoria.
Y es cuando comprendo que los nombres de sufrimiento de aquellas mujer formaban parte de la necesidad de aquel momento de asumir lo que la vida les pudiese deparar. Como si parte de la supervivencia humana partiese en esa aceptación. Me gustaría apoyar nuestros pensamientos en un gran cineasta de nuestro país, Luis Buñuel. Un ser mordaz e irónico que creó ácidas sátiras sobre diferentes situaciones sociales y políticas.
En una entrevista, Luis Buñuel transmite muy bien esta reflexión: “No vivimos en el mejor de los mundos posibles. Quisiera insistir en realizar filmes que transmitan al espectador, más allá de entretenerlo, la total certeza de este fallo. Me refiero a que con esa clase de películas persigo mis objetivos de modo consecuente. Todos mis filmes, incluso los así llamados neorrealistas, de alguna manera echan luz sobre el hecho de que no vivimos en el mejor de los mundos posibles…
¿Cómo se puede esperar una evolución de la conciencia del espectador –y con él, de la del productor– si nuestros filmes, hasta las comedias absurdas insisten permanentemente en que nuestras organizaciones sociales, nuestros conceptos sobre la patria, la religión, el amor, etc., no son tal vez acabados pero sí únicos y necesarios? El verdadero “opio del pueblo” es el conformismo.“
La producción creativa “Un Destino” que recuperamos en esta cápsula creativa muestra fotográficamente la desesperación de una de las vecinas, la pescadera. Es su vida la que hace volverse loca, confundiendo la realidad de su trabajo con la que se encuentra al llegar a casa.
Estéticamente el maquillaje del ojo de la protagonista es el motivo de la creación. La juventud de la modelo permite crear un fuerte juego de sombras definido por un arco central sobre el párpado y un eyeliner que enmarca el ojo sin alargarlo, al estilo de la icónica Sofía Loren.
La base clara de su cabello nos ayuda a crear contraste con las cejas oscurecidas y definidas para darle un carácter más español. Una base de maquillaje suave sin crear sombras o volúmenes y un suave brillo en sus labios hacen de soporte neutro para realzar la mirada. El cabello es una melena con una base natural y una iluminación rubia perfectamente degradada hasta las puntas, con un corte one lentgh con una suave graduación en la parte inferior delantera.
Lo que ha sido la vida de la pescadera y en lo que se convertirá tras ese martes de locura lo dejamos a su imaginación. No creemos que el resto de los vecinos permitan aceptarlo porque podría despertar otros sentimientos que duermen en el resto de la casas del pueblo. O simplemente porque es mas fácil apagar la llama del ajeno antes de mantener encendida la propia.
Estamos en: C/ Claudio Coello 79, 28001 Madrid
Para concertar una cita o solicitar una consulta gratuita,
llámanos al 91 576 21 75.
Lunes a Viernes de 10:00h a 20:00h
Sábado de 10:00h a 14:00h
Share On