Son inmensos mis deseos de estar junto a ti en un día como éste. Nunca pensé que el tiempo corriese tan rápido.
Ya desaparecieron las noches en las que sola en mi taller, daba las puntadas de tu vestido.
Mientras cosía, te imaginaba entre las páginas del cuento que te leía para que durmieras cuando aún eras una niña.
Esta noche ya estás en Paris y por primera vez debo comprender que dejaste de ser la pequeña Marie. Te convertiste en una mujer con capacidad infinita de amar.
Mi vida ha navegado entre bonitas telas y preciados sombreros y si tuviera que darte un consejo te rogaría que cada día te pusieras un bonito vestido y abrazaras tu destino.
Ama todo aquello que hagas, siente como tus pies se deslizan y van abriendo un camino lleno de pasión.
Los hombres, cosas raras, te desearán por tu belleza pero te amarán por tu esencia.
Solo tu puedes dar las puntadas que configurarán la mujer que llevas dentro,
solo tu puedes componer las piezas que harán que te conviertas en lo que serás.
Esas piezas son las experiencias que solo tu puedes vivirlas.
Recuérdalo siempre mi pequeña Marie, solo tu puedes amar tu destino.
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