El tequila, como un cien pies arrastrado, desgarra el poco aliento de sensatez que me queda.
Una amante casada, habita bajo mis sabanas, me deja bucear entre sus mares y océanos, pero no me deja navegar bajo La Luz.
Si me dejaran ser feliz no querría, si me dejasen vivir lo que me merezco, los detestaría.
Solo quiero sentir el dolor del ciempiés dentro de mi corazón, sólo deseo lamentar mi existencia y así poder amar mi tristeza.