¿Alguna vez has sentido la presencia de alguien no estando en la misma habitación? ¿Quién no ha vibrado con el olor de la persona amada? Su olor se queda guardado para siempre en la memoria y, según nos hacemos mayores el recuerdo de su aroma, crece por encima del que nos queda de su imagen.
La imagen o su voz están condicionadas por nuestra forma subjetiva de mirar o escuchar. Sin embargo, el olor es más primitivo. Bajo mi punto de vista es uno de los sentidos más animales y sin embargo hemos llegado a crear o extraer de la naturaleza algo tan delicado como es el perfume. Rocío Magarzo, dedicada a este mundo desde muy jovencita, sin darse cuenta, se mueve, camina y respira bajo un instinto casi innato creado por mundo de los aromas. Recuerdo perfectamente cómo conocimos a Rocío Magarzo. La empresa Aqua di Parma hizo una presentación a la prensa de su marca y nos comentó la existencia de una mujer con un talento especial retratando miradas. Su cabello rizado y su manera de reír nos mostraron desde el primer momento a una mujer segura con un instinto agudizado. Tuvimos la suerte de tener sus cuadros expuestos en nuestro espacio, pero en esta ocasión deseábamos que nos diera unas pinceladas de lo que ha sido y sigue siendo su compañero de trabajo “el perfume”. Somos defensores de la belleza como una parte más de la esencia de la propia persona. Rocío Magarzo nos ha ayudado a comprender el puesto que ocupa el perfume en esta ecuación. El amigo invisible que te acompaña a una fiesta o a una reunión de trabajo, camina junto a ti, despliega parte de su olor mezclado junto con el tuyo, y sin hacerse ver, crea la primera imagen de ti.